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lunes, 8 de abril de 2013

SOÑAR, SUFRIR, GANAR


Hay tres verbos que desde hacía una década no se alineaban en el firmamento de la UD Las Palmas en pos del más ambicioso objetivo actual. Colóquelos usted mismo, amigo lector, en el orden que más le guste. Sufrir, ganar y soñar. Trece años atrás volvieron a unirse, entonces con el comandante Kresic al frente, que empuñó los tres conceptos en su cruzada y logró unir a una isla dividida para terminar la cadena del último gran éxito de la UD Las Palmas. Otros tiempos, otros métodos.

Sergio Lobera ha ordenado su estrategia desde el primer momento transmitiendo al público su sueño, reforzando la teoría con los triunfos y ahora aderezando al equipo, en el tramo de la verdad, las dosis de sufrimiento para sortear la fragilidad o la decepción. Porque él mismo y la propia UD Las Palmas de las 31 temporadas en Primera División, incluso sus aficionados e informadores, estamos todavía aprendiendo a asimilar lo que sólo se metaboliza en el campo de batalla. Y pasadas 33 jornadas de la dura campaña, los tres conceptos no sólo se mantienen intactos sino que sus raíces cada vez son más profundas.
Thievy, tras su gol (Marca)

Las Palmas despierta este primer domingo de abril -con nueve encuentros aún por disputar y otro más que sigue arbitrándose en las alturas- a la distancia justa para el último asalto. Lo hace porque ha aprendido a resolver partidos con un taconazo y vaselina, otros con una oleada al galope y, por fin también, con un sentido práctico, tras mantener intactos sus dominios y esperar luego para dar un zarpazo, como el que este sábado ha proporcionado Thievy en la línea de flotación de la pundonorosa SD Ponferradina.

Los futbolistas grancanarios emplearon de inmediato los tres términos en la jornada posterior al mazazo vivido frente a 24.000 fieles. Y alteraron a conveniencia lo que había que hacer para lograr el triunfo en Ponferrada, empleando el triángulo mágico: sufrieron primero, soñaron después y, por fin, ganaron. Y, para colmo, su tropa del graderío les comprende. Porque sin duda intuye que ya está muy cerca de un nuevo amanecer.

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