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martes, 11 de junio de 2013

TIEMPO DE PLAY OFF, TIEMPO DE LOS LEALES

En las últimas 25 temporadas la UD Las Palmas ha cubierto sólo dos como equipo de Primera División. Y lo hizo de aquella manera, fabricando a la par una tsunami que rompió con toda su virulencia cuando el club tuvo que acudir al juzgado apenas dos años después, en su intento de salir de un atolladero de 72 millones de euros. En ese cuarto de siglo desde 1988 el representativo grancanario, ese que nos llena la boca cuando hablamos de su memoria balompédica, viajó 17 años en Segunda División A, seis más en la categoría de bronce y los dos mencionados ejercicios en la Liga de Las Estrellas. Varias generaciones de canarios le han visto de forma fugaz en Primera o, sencillamente, desconocen lo que significan estas camisetas amarillas en los campos de fútbol de la máxima categoría. Son hijos o nietos de aquellos que aplaudían a rabiar a los amarillos cuando antaño eran el referente del fútbol de Canarias.

Perdonen la insistencia pero, hace once años que en Gran Canaria no llegaba el aroma a la Primera División de forma tan penetrante como en este mes de junio, especialmente en estos días previos a la disputa de la primera eliminatoria frente al Almería. Y ello es posible después de meses de sacrificio y de ser leales a una idea insobornable en la que han trabajado no sólo el actual cuerpo técnico y jugadores, sino decenas de personas que con distinta suerte enlazaron sus manos para intentar devolver a Las Palmas al lugar donde fue club admirado y respetado por su juego brioso y brillante, por su acento isleño y fútbol con denominación de origen.


Cinco fechas quedaron marcadas en el glorioso pasado del club relacionadas con su tránsito de Segunda a Primera: 8 de julio de 1951, 25 de abril de 1954, 19 de abril de 1964, 13 de abril de 1985 y 21 de mayo de 2000. Esta vez el camino final no es igual al de los otros cinco ascensos del club amarillo a la élite nacional porque, en cada una de aquellas competiciones, Las Palmas era el equipo que se salía de la tabla en los distintos formatos de la competición. En 2013 está en tiempo de play off, una fórmula competitiva donde cualquier resultado puede ocurrir. Primero, Almería; y luego quien sea.

Ha sido duro llegar hasta aquí. Atrás se sortearon las penurias de la Segunda B, se acortó por el atajo de convenio de acreedores para evitar una muerte que parecía segura, se levantaron momentos críticos extremos en el terreno deportivo, se saborearon permanencias como éxitos contra el reloj y sinsabores abundantes cuando el viento parecía de cara. Pero, hoy, Las Palmas está ante la puerta de éxito y para traspasarla requiere un empuje colectivo y solidario, porque depende de sí misma.

Hay una fecha más en el calendario, la del fin de semana del 23 de junio. Metamos el hombro para ganar la última batalla del campeonato, pues nada está en pérdida, pero hay por conquistar un premio extraordinario. No ha mostrado el equipo de Lobera la mejor fibra para afrontar el play off, eso es innegable, pero esto es fútbol. En 1992 Las Palmas de Álvaro Pérez era un tractor amarillo intocable en la liga regular; sin embargo en la promoción llegó la decepción. En 1996, en cambio, a días antes del inicio de la liguilla el consejo de administración del club se planteaba incluso dar un volantazo al banquillo porque el equipo de Pacuco Rosales titubeaba; sin embargo en la liguilla acaparó cinco victorias y un empate. Es fútbol, insistimos, y no hay Biblia que explique sus caminos insondables. Luchemos por el sexto día de gloria.

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